lunes, 12 de diciembre de 2011

Ciudadanos de segunda

Aquellos que se dedican a la formación de adultos, se habrán dado cuenta que el perfil de los alumnos que asiste a los cursos para desempleados ha cambiado en los últimos años. No solo, porque las aulas están llenas de estudiantes de todo tipo (jóvenes, mayores de 45 años, ex directivos, antiguos empresarios, parados de larga duración, ex trabajadores fijos, licenciados, personas sin estudios, etc.), sino porque la sensación que se palpa en el ambiente es que el formarse es una opción más para matar el tiempo, que para crecer personal y profesionalmente (como es lógico, sin querer generalizar).


Si tuviera que destacar dos perfiles de estos alumnos, resaltaría:
  • Los que provienen de sectores de gran crecimiento en los últimos años (construcción y turismo), con altos salarios, buen nivel de vida, poca formación y más preocupados por el hoy que por el mañana; parados de larga duración y que, en muchos casos, más de un miembro de su familia en edad de trabajar, se encuentra también en desempleo. 
  • Los de edad media (mayores de 35 años), que tenían contratos fijos y que, ni por asomo, pensaban hace un año que el desempleo les iba a llamar a su puerta. Personas con formación media o superior, que bien han sido empresarios o directivos con responsabilidad en empresas durante años y que, en la actualidad, se encuentran sin trabajo y que el mercado laboral no les quiere. 
En ambos casos, aunque los perfiles son muy diferentes, el síntoma es el mismo: motivación y autoestima por los suelos y, con la sensación en el cuerpo de que la sociedad, de la noche a la mañana, les ha relegado a una situación de “ciudadanos de segunda”.

Siendo conscientes de ello, creo que las empresas de formación, debemos luchar y poner todos los medios necesarios en las aulas para trabajar la inteligencia emocional con nuestros alumnos y, reforzar las denominadas “autos” (autoconocimiento, autorregulación, autoconfianza y automotivación) para aumentar su autoestima y, prepararlos, hacia la búsqueda del empleo.

Se debe dedicar mayor empeño que el dedicado hasta el momento (tanto por parte de los docentes, las instituciones públicas y las empresas privadas de formación) ya que la situación en la que nos encontramos es diferente a la de hace años. Es necesario que se incluyan dentro de los programas formativos para desempleados un número de horas de formación destinadas a tal fin, sea el programa que sea y la modalidad formativa que corresponda (presencial, on line o mixta). El formato ya sería el verlo en cada caso (sesiones grupales, coaching individual, ambos, etc.), según sea perfil de alumnos o la modalidad formativa correspondiente.

Lo cierto es que nuestros alumnos necesitan más de nosotros y, no basta con impartir los contenidos tradicionales provenientes de los módulos de orientación profesional al uso. Ahora hay que trabajar más por y para el empleo y, el primer paso, va a consistir en quitarles la carga emocional que tienen y, hacerles ver que la situación en la que se encuentran es transitoria, no duradera y trabajar con ellos, para que así no sea. Una formación, de verdad, enfocada hacía el empleo.