Aquellos que se dedican a la formación de adultos, se habrán
dado cuenta que el perfil de los alumnos que asiste a los cursos para
desempleados ha cambiado en los últimos años. No solo, porque las aulas están
llenas de estudiantes de todo tipo (jóvenes, mayores de 45 años, ex directivos,
antiguos empresarios, parados de larga duración, ex trabajadores fijos,
licenciados, personas sin estudios, etc.), sino porque la sensación que se
palpa en el ambiente es que el formarse es una opción más para matar el tiempo,
que para crecer personal y profesionalmente (como es lógico, sin querer
generalizar).
Si tuviera que destacar dos
perfiles de estos alumnos, resaltaría:
- Los que provienen de sectores de gran crecimiento en los últimos años (construcción y turismo), con altos salarios, buen nivel de vida, poca formación y más preocupados por el hoy que por el mañana; parados de larga duración y que, en muchos casos, más de un miembro de su familia en edad de trabajar, se encuentra también en desempleo.
- Los de edad media (mayores de 35 años), que tenían contratos fijos y que, ni por asomo, pensaban hace un año que el desempleo les iba a llamar a su puerta. Personas con formación media o superior, que bien han sido empresarios o directivos con responsabilidad en empresas durante años y que, en la actualidad, se encuentran sin trabajo y que el mercado laboral no les quiere.
En ambos casos, aunque los
perfiles son muy diferentes, el síntoma es el mismo: motivación y autoestima por los suelos y, con la sensación en el
cuerpo de que la sociedad, de la noche a la mañana, les ha relegado a una
situación de “ciudadanos de segunda”.
Siendo conscientes de ello, creo
que las empresas de formación, debemos luchar y poner todos los medios
necesarios en las aulas para trabajar la inteligencia
emocional con nuestros alumnos y, reforzar las denominadas “autos”
(autoconocimiento, autorregulación, autoconfianza y automotivación) para
aumentar su autoestima y, prepararlos, hacia la búsqueda del empleo.
Se debe dedicar mayor empeño que
el dedicado hasta el momento (tanto por parte de los docentes, las instituciones
públicas y las empresas privadas de formación) ya que la situación en la que
nos encontramos es diferente a la de hace años. Es necesario que se incluyan dentro
de los programas formativos para desempleados un número de horas de formación destinadas
a tal fin, sea el programa que sea y la modalidad formativa que corresponda
(presencial, on line o mixta). El formato ya sería el verlo en cada caso (sesiones
grupales, coaching individual, ambos, etc.), según sea perfil de alumnos o la
modalidad formativa correspondiente.
Gracias por el artículo Miguel, has visto muy bien que para reconstruir hay que saber de que material están hechas las personas con las que te encuentras; en muchos casos, como tu has señalado, te llegan personas que estas desestructuradas ya que la situación que padecen no les permite asir con plenitud los conocimientos de las clases de formación. Asisten a la formación casi como expulsados del sistema, como si llegasen estigmatizados y saber esto y tenerlo e consideración supone un fino análisis y mayor trabajo de empatía como bien tu has señalado. Un abrazo, Javier
ResponderEliminarGracias Javier, supongo que también te habrás encontrado con personas en esa misma situación. Tu aportación es muy valiosa, gracias por leerme.
ResponderEliminarUn abrazo!!